Se acerca, toma cuerpo en Maria y quiere entrar en el barro de cada uno para conducir nuestra condición a la fiesta de Dios, para alegrar para siempre nuestro ser. El deseo se vuelve súplica, ¡déjate tocar por el que viene, abre tu corazón y sé Navidad de Dios para ti y el mundo! Más que nunca lo necesitamos todos este año. Un abrazo, buen fin de Adviento.